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Editorial/Prólogo:
El problema de hacer una antología siempre es el mismo: hasta cierto punto antologar es imposible, al menos en su sentido convencional. El ejercicio de la selección pareciera siempre funcionar de forma contraria a lo que el antologador desea: los emblemas principales de una obra extensa, las consideraciones más representativas, terminan siendo objeto de memoria, recordatorios de que lo más elemental ha quedado por fuera. La tragedia, quizá, se deba a que las antologías son distintivamente arbitrarias, aunque tal expresión, nos parece, es insuficiente. Generalmente, los problemas más confusos responden a las soluciones más simples. Tal vez todo se resuma a que, lo que llamamos “elemental”, derechamente no existe.
Las antologías son, más bien, ejercicios especulares, y en ello no parece existir problema. Ciertamente no. El hecho de que esta forma de percibir las obras se haya vuelto un género es, acaso, un ejemplo de su funcionalidad. Más allá del fenómeno editorial, una antología sirve para entender las formas en que se lee, o bien, para pensar los principios con los que se articula un cuerpo, una totalidad. Lecturas infantiles, radiantes, otras obscenas, ridículas: las formas de leer nos indican también las formas del deseo. Y las obras se entregan a aquel deseo cuando se vuelven públicas, cuando se confiesan, y en ese revelar, los sentidos de quien escucha fraccionan las propiedades cutáneas del cuerpo otro, porque el amor rara vez brota de una imagen completa: un lunar, una letra mal inscrita, una mancha provocada por el sol, una palabra reveladora, un montículo de pelos, un pasaje que es también un pedazo de mundo. El deseo solamente germina en un grano de mostaza.
En un principio, el proyecto Revista Phantasma estaba interesado solamente en publicar textos con cualidades fragmentarias, en ocasiones por lo dicho anteriormente, en otras, por cuestiones meramente especulares. Nos interesan las narrativas de lo pequeño, de lo doméstico, aquellas que acontecen en espacios privados, en lugares semisecretos. Porque los fantasmas, ante todo, nos acosan cuando los espacios parecieran alcanzar un punto de clausura. El deseo de abrir una muralla infranqueable, la muerte, quizá, permite que el deseo tome la forma de un familiar extraviado hace años, o bien, que tome la silueta de un monstruo que nos amenaza con lo eterno. Ciertamente, lo que hemos publicado a lo largo de la existencia de nuestra revista no es, necesariamente, literatura ni artes visuales sobre los fantasmas, pero sí consideramos que son textos que versan sobre la espectralidad, es decir, sobre lo que se experimenta cuando lo fantasmático aparece de forma súbita en nuestras vidas.
En resumidas cuentas, la presente selección responde, al menos, a dos criterios: 1. Son los trabajos que más disfrutamos al momento de editar y publicar. 2. Coincidentemente, son los textos más visitados en la página web. Nos gustaría comenzar a publicar este tipo de trabajos compilatorios de forma semestral o anualmente, esto a modo de recapitular los momentos más destacados de nuestro trabajo, no solo en el sentido de su impacto, sino también en la medida de nuestro crecimiento como revista, ya que cada texto nos permitió conocer un nuevo campo de interés, lo cual se traduce inmediatamente como un nuevo campo para pensar. A aquellas personas que quedaron seleccionadas, les agradecemos profundamente el que hayan querido compartir su trabajo con nosotr-s. Y a quienes lean estas páginas recopilatorias, nuestra mayor sinceridad respecto a lo que amamos: esto es, la literatura, las artes, las humanidades y las personas que se encuentran detrás de cada una.
Atte. Equipo editorial de Revista Phantasma