Por Vicente Serrano Muñoz

Una de las más llamativas cartas de Provincianos Editores, sello que ha destacado por su trabajo en la descentralización y diversificación de la literatura local, es Viajar en climas cálidos (2023). Con esta colección, Jesús Amalio Lugo consolida una prosa donde el simbolismo, la autorreflexividad y el ingenio están puestos al servicio de una prosa contingente, y se suma a la senda que transitan, desde sus propias veredas, autores como Gladys Mendía, Mayi Eloísa Martínez y Gary Ramos, probando que las voces del exilio venezolano encuentran eco en Chile.

Aún antes de abrir la puerta a la narrativa, el colorido volumen conquista la atención del lector. Adorna la portada una suerte de índice de símbolos que invita a la lectura: un pez, un cuchillo, una burra, y una mujer que mira al océano tras un caparazón, figuras que al cerrar el libro se habrán vuelto distinguibles y memorables. El efecto es reforzado por una reseña biográfica que constituye de suyo un relato inaugural: trata sobre un autor esquivo, avistado en Venezuela, Chile y Brasil, y que (con humor parreano) alardea sobre libros y premios que pudo nunca haber escrito ni ganado.

Lo cierto es que Jesús Amalio Lugo, nacido en Coro en 1992 y radicado en Valdivia hace ocho años, ha sido galardonado en al menos siete oportunidades en Chile y Venezuela por su trabajo narrativo y lírico. Precedido por El defecto de Narciso (LP5 Editora, 2020), Viajar en climas cálidos representa la consolidación de una figura autoral marcada por una imaginación prístina, fundamentalmente metafórica, y de estilo más cercano a la sencillez que al exceso.

Arranca la colección el cuento epónimo sobre una pareja que atraviesa el Cono Sur rumbo a la frontera chilena. “El relato comenzó el mismo día que el dolor” (p. 11) pues, abriéndose pie entre el altiplano, como el lector entre las páginas, Ángela buscará consolar el malestar estomacal de Dymas con una historia. La ficción concluye cuando la realidad estalla sobre los protagonistas, dejando en el lector una consternación que lo acompañará en el resto de su peregrinaje.

La segunda persona ingresa en “Carne de burro”, donde el autor expresa una afición por lo fantástico que destacará en el volumen. El relato está subdividido en una serie de ángulos o rotaciones: es el circunloquio de Roberto, voz disidente que a ratos resuena con el barroco de Lemebel y el desdén de Vallejo, y que va dedicado a Pompilia, la burra famélica que se ve forzado a faenar para subsistir en un país cuyos habitantes se esfuman día a día. Bajo el estribillo “Nació un marico”, se nos revela que el motivo de la despoblación no es la diáspora, sino la misteriosa aparición de agujeros de gusano en las callejuelas del pueblo, de cuyas víctimas no se vuelve a saber.

 

Viajar en climas cálidos. Jesús Amalio Lugo. Provincianos Editores.

 

De estilo semejante, aunque con un lenguaje más parco y mayor unidad dramática, “En el aire como la sal” relata la historia de dos hermanos en un desolado pueblo costero. En sus habituales excursiones pesqueras (escenario también del nacimiento del deseo), ambos van encontrando las piezas de un maniquí de bronce en cuya venta pronostican un fructífero negocio. Sin embargo, el narrador acaba reconociéndolas paulatinamente como los miembros de un cuerpo conocido y ausente: resulta que “en el pueblo a todos nos falta algo, y de seguro a usted también” (p. 91).

“A la medida de lo posible” es, sin lugar a dudas, el que mejor revela el choque cultural de la diáspora venezolana en Chile. En un ingenioso doblete narrativo, la narradora parte declarando que fundirá su historia y la de su hermana, por demás mundanas, en un solo personaje: Lucía. Habiendo llegado a Valdivia en medio de la pandemia, y encontrado un precario empleo que la obliga a dejar a su hija sola durante el día, Lucía comienza a ser acosada por sus vecinas, que reclaman por supuestos ruidos molestos. Conforme aumenta el asedio de las ancianas, la protagonista irá descubriendo similares antipatías en su trabajo, en la policía, y en la sociedad en su conjunto.

“Animales actores” da un cierre conmovedor, con una prosa intimista donde el narrador revela los vaivenes de sus años formativos. La infancia se desdobla en una representación teatral, cuyo dramatis personae está compuesto por el protagonista y su hermana Martica, su padre enfermo, y su despótica cuñada Elicia, quien, junto al matón local, Víctor Esteban, se encarga de hacer del pueblo natal un pequeño infierno. Aparentemente, cuando el mundo se ha vuelto un hostil cautiverio, la única salida es la ficción.

En suma, tres vectores dan cohesión a Viajar en climas cálidos: la claridad simbólica, el uso de la experiencia como materia bruta y el ingenio metaliterario. Los alienígenas y las tortugas, las bestias de carga y los portales interdimensionales, o los tesoros y la sal, son metáforas que transparentan la determinación de una narrativa urgente. En el mismo sentido, no es casualidad que los imaginarios del pueblo costero, de la hostilidad del país austral, o de la travesía por climas cálidos, revelen y no oculten a un autor ficcionalizado desde la propia biografía. Por último, el relato dentro del relato, el tránsito de la persona al personaje, o la visualización del mundo como un teatro, expresan un aliento creativo que de ningún modo se agota en las cinco piezas de la composición.

Como el peregrino autor, Viajar en climas cálidos enfrenta el desafío de echar raíces en un suelo hostil, germinar en una atmósfera social acostumbrada a otras sonoridades, y crecer bajo un cielo político teñido de otros colores. Y, acaso lo más complicado, de continuar madurando en un campo donde la sofisticación del ensimismamiento tiende a cosechar más laureles que la experiencia imaginada en bruto. En este sentido, el libro es, a la par, una ventana hacia una experiencia tan contingente como descartada, y un guiño a nuestra tolerancia, hoy tan fácilmente relativizada.

 

Puntos de vista 8. Rufina Santana.

 

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Vicente Serrano Muñoz. Santiago de Chile, 1998. Licenciado en Lingüística y Literatura Hispánica, Diplomado en Literaturas del Mundo, Diplomado en Periodismo Cultural, Crítica y Edición de Libros, y tesista de Magíster en Literatura por la Universidad de Chile. Reconocido en 2023 con la Beca Chile Crea, en 2022 como ganador del concurso Haz Tu Tesis en Cultura, en 2020 con la Beca Excelencia Académica, y en 2019 con la Beca Santander del Centro de Estudios de América Latina para realizar estudios parciales en la Universidad Autónoma de Madrid. Gestor en 2018 del proyecto editorial Leucocarbo Ediciones. Expositor en numerosas instancias académicas y colaborador publicado en las revistas Árboles y Rizomas (Universidad de Santiago de Chile) y Estudios de Teoría Literaria (Universidad Nacional de Mar del Plata).

Más información: https://www.researchgate.net/profile/Vicente-Serrano-Munoz

 

Jesús Amalio Lugo. Se cree que apareció por primera vez en una ciudad costera de Venezuela (en el 92). De allí se documentan diversos avistamientos tanto en el sur de Chile, como en las playas de Brasil. Cuando se le ha entrevistado se ha mostrado incómodo y claramente confundido por la vida. Dice haber ganado varios premios y menciones y las enumera con sus dedos torcidos. En Chile: Premio Roberto Bolaño, Juegos Literarios Gabriela Mistral, Fernando Santiván, Óscar Castro Zúñiga, Santiago en 100 palabras, en Venezuela: El Rafael Cadenas, y lo repite tres veces), pero no tiene pruebas de ello y es muy posible que se los esté inventado. También asegura haber sido publicado en diversas antologías y revistas en USA, Venezuela y Chile, en sus propias palabras: “En libros grandotes y otros chiquiticos”, pero se niega a mostrarlos, y si se le insiste suele gritar “yo soy un cuentista serio” y en seguida salta la cerca que tenga más próxima o se esconde bajo un auto dejando, torpemente, una pierna fuera.