Son cuerpos incómodos aquellos que escriben textos a modo de ensayos. Ensayan una y otra vez
medirse con los órdenes que amenazan enderezar su puño, rompen una y otra vez la coraza
de las palabras, esas armaduras que son las obligaciones disciplinarias de cada lenguaje
Guadalupe Santa Cruz
Anne Boyer escribe de la violencia, la enfermedad, el capitalismo, el daño y la resistencia. De emociones. Escribe de deserciones, de la negación como una resistencia no otra sino primera y cotidiana que se escurre en los gestos y discursos al modo una preferencia radical. Como la del Bartleby de Melville, tal vez. Escribe en los márgenes de lo múltiple y de lo posible, el silencio: “eso que es nada es también lo más numeroso”. Manual para un destino desencantado reúne textos breves en que la poeta estadounidense despliega un discurso poético y ensayístico a la vez: una escritura híbrida que a medida que (se) escribe, (se) interroga. Entremedio intervienen los relatos, las anécdotas sobre vidas alternas denominadas como todas ‘mis vidas’, además de las reflexiones sobre el contexto político de Kansas -su ciudad- y de occidente, así como, también, sobre sí misma, sobre ser poeta y padecer la enfermedad. Entremedio interroga al texto y ensaya responder con palabras de otros, ejercicio de caza que vuelve irreductible a la poesía. Se cuelan el amor y la ternura. La desesperación nunca y la esperanza tampoco, más bien la confianza puesta en el lenguaje para un nuevo mundo posible. Así, a su consejo casi imperativo “Tómalo y léelo”, agrega que se ha de leer en doble instancia: “al mismo tiempo en este mundo y buscando otro”.
En el inglés original, A handbook of Disapponted Fate fue publicado en el 2018 en Estados Unidos, mientras que en agosto del año pasado Editorial Roneo trajo el libro a Chile bajo la traducción de Rodrigo Olavarría y Adalber Salas Hernández. La idea de lo manual, de aquello que, como la lectura y la escritura, exige el ejercicio de la mano o más decisivamente del tacto, está abrazada quizás con mayor claridad en el título en inglés, a través de la concatenación mano-libro. En este sentido, en el ensayo homónimo que se encuentra al interior del texto, Boyer establece la diferencia entre dos tipos de libros. El primero, y por el cual decanta, se construye, por así decirlo, paulatina y penosamente en la medida que una lectora -la una que puede ser cualquiera y todas a la vez- desplaza sus dedos y toca el blanco de la página hasta que empiezan a aparecer, discontinuas y en desorden, las palabras: “los verbos brotaban de todo lo que se frotara contra ellos” y el título mismo es revelado, como el negativo de una fotografía en contacto con los químicos, cuando la portada se une al pecho de un lector en un encuentro mediado, agilizado por sus latidos. A este libro lento y trabajoso le sobreviene como rival un artefacto inmediato y abundante, cuyas palabras ostentan una impresión llamativa y elucubran chismes y secretos sobre “qué hacer con un corazón roto y cómo no preocuparse demasiado por el futuro”. No obstante, cada vez que las manos tocan este libro su tinta se desgasta y basta con apenas una lágrima para disolverlo por completo, para desaparecer sus palabras. Lo manual, entonces, tiene que ver con una praxis de la literatura no-escrita y, más radicalmente, de la poesía.
Manual Para un destino desencantado (2023). Anne Boyer. Editorial Roneo.
Asimismo, leer es también desobedecer, como sugiere la poeta Nadia Prado, y este ejercicio de porfía precisa, sin embargo, tocar el texto, pasear por él como por un laberinto cuyos pasillos son siempre los mismos, pero se vuelven múltiples a medida que nos perdemos y confundimos en ellos, cuando ha dejado de ser posible transitarlos de la misma manera, identificar claramente sus extremos como los de una palabra o una serie de palabras o una página que perfectamente estirada se pliega sobre sí y luego sobre otra. Tiene que ver con la incomodidad en la cita de Guadalupe Santa Cruz, con la porfía de la mano. Y, sin embargo, las escrituras sin plan de vuelo, es decir, vistas no como un proyecto, tienen también sus propios conductos subyacentes. Temas en los que horadan para volver a la superficie y luego horadar de otras formas. Y en Boyer, particularmente, la escritura es plenamente consciente de las formas en que prefiere no horadar porque de hecho no horadan aunque simulen hacerlo. Los textos del Manual, entonces, están asidos a un no que, además de inaugurarlo, le da sentido de libros y, así como un poemario puede ser leído como un poema sin desestimar la autonomía de sus partes, este libro también se nos presenta como un texto que, en cualquier caso, se traiciona a sí mismo para ser otras formas del mismo texto.
En “Preguntas para poetas”, por ejemplo, el penúltimo ensayo del libro y el más osado en cuanto a forma, la aurora a través de una serie de intertextualidades y parodias plantea una sucesión de incógnitas donde la una radicaliza a la anterior. Así, el texto inicia con un epígrafe que cita al poema “Preguntas de un obrero que lee” de Bertolt Brecht para luego abrir otra interrogación desde una cita de Whitman que aparece al pie de página, como todas las que le suceden. Allí donde el autor de Hojas de hierba señala que “la prueba directa de quien quiera ser el mayor poeta es hoy”, Boyer responde “¿qué es la prueba directa que es hoy?”, interrogante que más adelante abre en:
¿Es la prueba de hoy que, si no hay respuesta en y como poesía, entonces toda la poesía hasta que llegue la revolución solo sea una lista de preguntas? ¿O es que toda la poesía hasta que llegue la revolución solo sea una lista de preguntas cuya respuesta sea casi siempre "no"? ¿Es llevar, como contrapoesia, un registro de cada "no"?
El no del poema, registro de la poesía, entonces y en contra de los sí capitalistas de los que habla la aurora, es el que toma conciencia del empobrecimiento de la palabra y articula desde allí, desde la amistad y los gestos de amor que se saben en precariedad, un habitar que prende fuego a la obra de arte y al poema que hay en ella y al museo que la contiene y al destino desencantado que es hoy.
Manual para un destino desencantado es, como su autora, un libro importantísimo para pensar y actuar en el devenir de la poesía, en el para qué poetas que se preguntaba Hölderlin en tiempos de penuria. Es un libro, como su autora, que despliega su crítica con sagacidad, ironía y, sobre todo, con determinación. Misma determinación, seguramente, que movilizó a la propia Anne Boyer en noviembre del año pasado (a tres meses de que Editoral Roneo publicara esta traducción) a renunciar a su cargo como editora de poesía en el New York Times como un acto de protesta contra el genocidio en Gaza y el alero de Estados Unidos. Una protesta que, como estos ensayos, se sostiene en la fuerza de la negación de participar en un medio en que la masacre se llame guerra y luego conflicto y luego aquí tenemos la sección de poesía.El primer ensayo, la primera negación de Boyer en el Manual concluye: “todo poemas contra la poesía es siempre también un guardián amoroso del mundo”.
Por Marcelo Quinteros Fuentes.
Anne Boyer, poeta y ensayista estadounidense.
Fuente de la fotografía: Poetry Fundation.
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Marcelo Quinteros Fuentes es Tesista de la Lic. en Lingüística y Literatura Hispánica por la Universidad de Chile. Forma parte del equipo editorial de Revista Phantasma, donde se encuentra a cargo de la sección de poesía. Fue becario del taller de poesía impartido por la Fundación Pablo Neruda durante el 2023.