Espectros de la dictadura a medio siglo del Golpe, editado por Silvana Vetö y Nicolás González, es el primer título publicado por Alma Negra Editorial, cuyo objetivo es entrar al debate político-social sobre los cincuenta años del golpe de Estado en Chile, desde una perspectiva de izquierda y crítica del neoliberalismo. El libro se compone de nueve ensayos, en que se abordan temas fundamentales que derivan de la experiencia dictatorial, tanto del pasado como del presente: el exilio, la tortura, las violaciones a los DD. HH., la economía neoliberal, el consumo, la violencia de género y sexual, y la violencia política. 

Como lxs editorxs expresan en “Palabras preliminares”, el texto “alude a lxs desaparecidxs, a sus cuerpos no hallados […]. Alude, por tanto, a la memoria y a la imposibilidad del duelo, a esa insistencia histórica que no se encuentra tan sólo, o no principalmente, en el pasado, sino en el presente […]” (9). A su vez, los nueve ensayos contienen múltiples escrituras, lo que tensiona el “ensayo académico”, ya que permite una intencionalidad autorial que se expresa en diversas escrituras: literarias, testimoniales o ensayísticas.

Ya desde el título y como también aparece en una cita al comienzo del libro, los textos reunidos se enmarcan en la reflexión derrideana sobre el concepto de espectro. En su libro Espectros de Marx: el Estado de la deuda, el trabajo del duelo y la nueva Internacional (1993), Derrida trabajo lo espectral como una figura que deconstruye la dicotomía presencia/ausencia, pasado/presente, en su relación con la muerte y la herencia. Así, el libro asume el objetivo derrideano de “Exorcizar de nuevo. Exorcizar no para ahuyentar a los fantasmas sino, esta vez, para hacerles justicia” (296). De esta manera, en Derrida, lo espectral no solo es una deuda con el pasado, una responsabilidad de hacer justicia en el presente, sino que una forma de pensar el futuro: “Lo propio del espectro, si lo hay, es que no se sabe si, (re)apareciendo, da testimonio de un ser vivo pasado o de un ser vivo futuro, pues el (re) aparecido ya puede marcar el retorno de espectro de un ser vivo prometido” (115). Justamente, es lo que plantea Espectros de la dictadura a medio siglo del Golpe: “Nosotrxs, esta vez, escogemos preguntarnos por esa desesperanza o, del otro lado, preguntarnos si la esperanza, como principio político vinculado a las utopías, es una idea que nos convenga mantener cerca” (8).

El libro reflexiona sobre los múltiples fantasmas que asolan este país a partir de la violencia desatada en el Golpe de Estado y posterior dictadura. Que Chile antes de ser una nación se convirtiera en un campo de violación y muerte es parte constitutiva de su historicidad: “La mucha sangre derramada ha sido […]/ la que todo en todo ha destruido el esperado fruto de esta tierra;/ pues, con modo inhumano han excedido/ de las leyes y términos de guerra […]” (Alonso de Ercilla, La Araucana, Parte III, Canto XXXII). 

Es decir, Chile ha sido un cementerio histórico, un campo de sangre, en que la muerte y la violencia es parte constitutiva de la nación, como bien lo desarrolla el ensayo “Violencia política sexual y terrorismo de Estado en Chile: una mirada histórica de los espectros del poder a 50 años del golpe” de Jocelyn Maldonado. Todos los ensayos elaboran los espectros que la dictadura esparció por todo el territorio y cómo asolan cada rincón social, político, cotidiano del Chile neoliberal, como en el ensayo “Invocar a los espectros que guardamos en el cuerpo” de Sibila Sotomayor, que narra el exilio, las resistencias del día a día y las memorias del cuerpo. O el ensayo “Wang-tang y utopía. Notas sobre la experiencia dictatorial chilena” de Zeto Bórquez, que reflexiona cómo se construyó el paisaje urbano neoliberal a partir de la proliferación de los restoranes chinos, el auge de la televisión, etc. Por último, cómo lo espectral se hizo presencia tras el estallido social, o revuelta o rebelión, de octubre de 2019 en los ensayos “Sin fantasmas no hay por-venir” de César Barros y “Vivir y pensar con otras: la experiencia de Un violador en tu camino” de Camila Stipo. 

Una constante teórica destacable de la mayoría de los ensayos es establecer cómo el estallido social de 2019 permitió convocar a los espectros de la violencia dictatorial, a través de la exigencia de justicia y derechos sociales esgrimidos por las multitudes en las protestas. Establecer justamente la relación entre la dictadura, la implementación neoliberal y las propuestas de octubre, revela la necesidad de hacer visible un fantasma que recorre los últimos treinta años, que es constitutivo del Chile actual: la renovación socialista y su establecimiento en la Concertación. Se trascurre inmediatamente desde la dictadura hacia los eventos del estallido, sin hacer patente la mediación social y política que propició la Concertación entre la dictadura y el futuro, ya que fue este conglomerado político quien desarrolló y profundizó el neoliberalismo. 

Más aún, fue la Concertación quien impidió exorcizar los espectros de las violaciones al pactar con la herencia dictatorial e impedir la justicia efectiva. Los informes Rettig y Valech han descrito la violencia y las víctimas, mas no a los victimarios. A través de los operadores políticos concertacionistas se protegió al dictador y se pactó con los agentes civiles de la dictadura para implementar las políticas de reconciliación social sin justicia. Así, es necesario pensar si el estallido fue un producto de las políticas concertacionistas más que de la dictadura, o más bien, la actualización de la dictadura en la Concertación, la Nueva Mayoría y Piñera. 

Por lo mismo, tras la pálida conmemoración de los cincuenta años del Golpe de Estado producido por el Gobierno de Boric, en que una vez más se intenta cancelar la justicia efectiva hacia las violaciones de los DD. HH., a través de actos culturales insípidos y elitistas, y tras la ideología concertacionista de la reconciliación y del nunca más, la publicación de Espectros de la dictadura a medio siglo del Golpe nos recuerda que la justicia hacia los muertos es una responsabilidad de los vivos. Que es necesario pensar una y otra vez en las derivas de la violencia dictatorial para que los muertxs, torturadxs y desaparecidxs tengan justicia y que los espectros puedan disiparse en paz, para así, por lo menos, como lo pensó Derrida, Chile sea un espacio de hospitalidad y no un lugar fantasmagórico. 

 

Love me love me not (2015). Mohammad Imran Qureshi.

 

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Jorge Moreno Pinaud. Docente de la Universidad Diego Portales en Facultad de Ciencias Sociales e Historia. Es Licenciado en Letras y Magíster en Literatura por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Es editor en Editorial Libros La Calabaza del Diablo. También trabaja como corrector en la Agencia de Calidad de la Educación (SIMCE, PISA) y MideUC, a su vez, es corrector en diversas editoriales nacionales. Actualmente, trabaja en proyectos que relacionan cultura, arte y sociedad.