Por Álvaro García Hernández

 

Rostros de maderas

rompen olas en su raíz de arena

como si navegar fuera el principio

de un trompo de sus mejillas

mientras pintan de amarillo

las escamas de los peces

viven en una pileta

esquivan monedas

el deseo

guían el giro para ganar cada vez

que destierran a uno de nosotros

frente al valle

 

tatúan su acampado

 

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Las visitas hunden

sus margaritas en los dibujos a la pared

de piel roída agotan el tiempo

en la boca de pacientes

qué emplean cortes punta romana y salivan

como abuelos fundidos en los mesones

con el rumor de los nietos

se van untando en la maleza

apilan monedas

para cigarros que no existen

puentes de jardines alertan estaciones mi camarote

hierro al piso sin irme con ustedes

cabe en vasos nuestras cabezas

 

*****

 

Dos cuchillas en simultáneo

movimiento sepia corta su sombra

las vísceras de uno forman

una escama

que repta y atraviesa el pulmón

o nuestro pulmón

el trayecto carece de dientes

que muerdan el torso

la puerta en el segundo piso

que no lleva a ninguna parte

una pista de retorno a casa

ya es lodo recazo

al bisel su infinito

 

*****

 

Asonada en tierra blanda sombra

grita al muro rebeldía su ausencia

los caminos son niños corriendo

suena una flauta equilibrada sobre los candados

ahora

se abren

los botones incrustados al hierro

vestido el óxido o lanzado a las fronteras

ocultos en la espuma si golpea los bordes

si hay fondo al mar con sangre y ojos

si produjese dinamita o más huesos en la tormenta

flotaríamos hacia una flor

sin raíz

 

*****

 

Cerca de una tripa

cae raspada por los respiraderos su

movimiento intestino aprieta los dientes del sueño

no puedo detenerla con mis ventanas

y cada relajante muscular es una falta

hay sol al fondo del pozo

trata de hablarme

entre cada goce de rapidez

se sacude esta tripa con alguien

dentro de los controles al comienzo de su frente

no alcanza

su cola nunca

ruge o traduce el hambre del lugar

hay un muerto qué la rueda insiste suyo

desafía al gallo y no puedo superar su ojo

entonces voy bien

puedo dejar el corazón salirse de la boca

dentro de las alarmas

 

*****

 

Visorio cordel de mi calle

aterida colgada la cuerina de un joven

descalzo me preguntan la advertencia

¿podemos pasar? no encuentro

por qué no o tus encías relevan

al cerdo de perfil abierto a correr

donde compran bronce y venden gravilla

correr hasta la pampa de Santa Marta

y quedarnos sedientos y gritar por entremedio

de los dientes

caminar entre los ambulantes y vender

nuestras ropas o el único animal

que nos queda y a él

ocultarle la boca

podríamos taparle su fábula llenarlo de países

ofertarlo para no correr jamás

 

Gun Slinging Kids. Grey Villet (1956)

 

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Álvaro García Hernández (Coquimbo, 1994). Poeta, librero. Magíster en Historia de América Latina por la Universidad de Humanismo Cristiano. En 2018 publicó Percusión al borde del torso por Armatia Ediciones. Becario del taller de poesía de la fundación Pablo Neruda (2022). Ha publicado el plaquette Cantera de áridos (2021) con Traza Editorial.