Por Maia Kiszkiewicz
miro mi cara
en el espejo
busco un rastro
de aquella niña
que alguna vez
robó a su mamá
un labial rojo
una remera
jugó a ser otra
es un secreto
indago en las esquinas
del barrio en que crecí
busco vestigios
de mi memoria
o alguna sombra
que me ayude a sentir
nuevamente
el instante cálido
en el que confié mis deseos
a la fugaz estrella
de la medianoche
era yo
fue acá
pero no ahora
*****
tras aquella ventana
una madre
llama a sus hijos
sirve fideos
miente:
merendé tarde,
estoy llena.
Ustedes, coman.
va al baño
controla el llanto
vuelve
—sus hijos la creen eterna
ella sueña con que no la comparen con la mujer maravilla—
pone la pava sobre el fuego
se sienta
promete utopías
necesita asegurarse
que el movimiento será continuo
*****
Vamos, dice mi papá.
Miro su mano,
sostiene la jaula
de mi gorrión
condenado.
El ave, alerta,
aletea
y choca.
Pía,
sacude
las rejas
la carne
un cuerpo.
Sangre.
Corremos al balcón.
El cielo despejado.
Poco viento.
Ideal para empezar a planear.
¿Lo veré en la plaza?,
pregunto. Tengo cuatro años.
No creo,
responde mi padre,
no sabe conseguir comida.
Despedite ahora.
Adiós, pichón. Suerte.
Yo acá me quedo.
Me faltan veintisiete años
para leer a Watanabe
y creer, al fin,
que te entiendo.
*****
¿matan a ese árbol?,
pregunta, angustiada, Miki a su mamá
al pasar por Olleros y Ciudad de la Paz
sin respuesta,
la nena de cinco años encara a los trabajadores:
¿por qué cortan las ramas?
orden de la comuna
las raíces
molestan
*****
En el silencio
una rama se parte
y cae
el gato blanco pisa mi techo
pide comida
algún pájaro
de voz aguda
entona su canción de amor y protesta
la vecina sirve
agua hervida
dentro de la taza
con hojas de té
nace
el primer brote
del jazmín paraguayo
pronto será
el mes de las flores
la cuadra olerá dulce
seremos primavera
*****
el gorrión busca
en el suelo
nodos finos, marrones
pecíolos o el cordón umbilical
que alimentó a la hoja desde el tronco
y la acompaña hasta la muerte
ramitas, digo, en un acto de ignorancia
ramitas
o el cuerpo seco
que usa el ave
cuando funda su hogar
en la cavidad
de un edificio en construcción
un hueco, conjuro, impulsada por la envidia.
algún día elegiré un hueco
construiré
un hogar cálido
en un hábitat ajeno
tendré un cuerpo ágil
volaré
Flores de loto muertas en el lago Kunming, Beijing, China. René Burri (1964)
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Maia Kiszkiewicz, Argentina. Periodista, escritora y estudiante de Filosofía.