Por Colectiva Un Lugar
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La imagen como experiencia y la experiencia de la imagen
Por Benjamín Hernández Bastarrica
La invención del cine es, probablemente, la revolución tecnológica más relevante del último siglo. André Bazin ya nos señalaba en 1945 la importancia, casi filosófica, de la cámara fotográfica. Ya desde los antiguos egipcios, escribe, parecía existir una obsesión consumada en la necesidad de luchar contra la muerte. Esta batalla, por supuesto, no podía ganarse evadiéndola, sino más bien en un afán impositivo del cuerpo sobre el tiempo; esto es, establecer una “perennidad material” del mismo, y sólo así, evadiendo la descomposición, la muerte absoluta, se logrará exorcizar al tiempo y salvar “al ser por las apariencias”. En ese sentido, para Bazin la fotografía es superior a la pintura en tanto esta última, a partir del siglo XV, parece comenzar a desarrollar gradualmente una obsesión por la reproducción fidedigna de la naturaleza y el mundo; cae en la mímesis más estricta. El surgimiento de la fotografía, entonces, implicaría una derrota irrevocable para la pintura en cuanto la fotografía evoca, no una recreación, sino la captura misma e inmediata del objeto. “Las virtualidades estéticas de la fotografía residen en su poder de revelarnos lo real”, dice, y más aún, incluso las fotografías más dañadas, más borrosas, aquellas con colores oscurísimos o de tonalidades sepia, y formas muchas veces apenas visibles, con siluetas extrañas y fantasmagóricas; incluso aquellas, insiste, tendrían más valor como reproducciones, en tanto su “génesis” siempre deriva directamente de la “ontología del modelo”:
“Liberadas de su destino, no por el prestigio del arte, sino en virtud de una mecánica impasible; porque la fotografía no crea —como el arte— la eternidad, sino que embalsama el tiempo; se limita a sustraerlo a su propia corrupción.”
Este último concepto, el “embalsamiento del tiempo”, acaba adquiriendo mayor complejidad e interés en cuanto lo aplicamos a las potencialidades del cine. Si la fotografía era la captura de un momento, de un tiempo detenido o de un tiempo que se detiene en el mismo instante en que se captura, el cine (la imagen-movimiento), por su parte, no es ya la reproducción de un instante sino más bien de una serie de instantes continuos que se superponen; el tiempo mismo: los minutos —y sus unidades consiguientes— se capturan ahora para repetirse, para la posibilidad de una reiteración ilimitada: la disposición del tiempo se vuelve así una herramienta y un juego, y a partir de este, posteriormente, nace el cine hasta consagrarse en su forma actual.
No obstante, es importante destacar que la imagen-movimiento no nace precisamente con el cine. Por el contrario, tanto su forma actual —consolidada en el cine—, como la de la reproducción visual objetiva —consolidada en la fotografía—, son dos líneas de desarrollo, curiosamente, separadas entre sí, pero desarrolladas largamente y en paralelo durante siglos. Materia fantasma: breve historia del cine antes del cine, de Colectiva Un Lugar, es un fanzine que se dedica a la recopilación, ordenación y difusión de la historia de estas dos corrientes, que tantean entre “el juego, la ciencia, la tecnología y el arte, [siendo para la época] campos indistinguibles y en constante retroalimentación”. Es importante señalar que la propuesta del fanzine no se limita a una compilación pasiva de datos para su posterior distribución, sino que este propone, según lo que sugieren las primeras páginas, sus propias líneas de investigación, en tanto “es arbitrario señalar dónde comenzó el desarrollo de estos artefactos”.
Aparte de esto, existe una similitud, una suerte de tesis compartida en la propuesta de ambos fanzines, Materia fantasma y Todo lo que necesitas saber sobre una cámara estenopeica —este último expuesto con anterioridad aquí en Phantasma—, y que parece apuntar a la noción de la imagen como experiencia.
Todo lo que necesitas saber... nos habla sobre la antaño participación activa del espectador en la producción de la imagen a espectar (valga la redundancia); Materia fantasma, por su parte, nos presenta una serie de tecnologías —o “artefactos filosóficos”, como se les ha denominado— que exhiben en su funcionamiento tanto los resultados obtenidos como sus mecanismos de producción: “el truco estaba a la vista”, sugiere la Colectiva, y así, entonces, el espectáculo marca su transición de lo mágico a lo tecnológico, o se funden ambos en uno mismo. El espectáculo ya no es el engaño, sino el conocimiento mismo de las posibilidades de la máquina. También, y a propósito de Todo lo que necesitas saber..., dijimos que la recuperación de esta experiencia se articulaba como resistencia contra los procesos automatizados de la fotografía actual; ahora, en cambio, se podría decir que Colectiva Un Lugar busca más bien establecer una genealogía de la imagen como espectáculo, y en esto, de su evolución continua, desde lo que en un principio fue concebido como carnavalesco, como pura “curiosidad”, hasta el momento en que, eventualmente, logra convertirse en un arte por sí mismo, amplio y complejo, tal como lo entendemos hoy.
"La visión ya no está subordinada a la imagen exterior sobre lo verdadero o lo falso. El ojo ya no es lo que predica el mundo real"
Todas las imágenes son capturas del fanzine producido por Colectiva Un Lugar: procesos análogos y prácticas colectivas.
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