Por Ioana Radu
El pincel: películas de 35mm.
La razón suprema: narrar.
La razón egocéntrica: recordar todo, olvidar nunca.
La razón orgánica: habitar.
Ahí y acá me llaman nómada, viajera, gringa, europea, afuerina, pero también amiga, hermana, vecina, tía, washita, compañera.
Y así (me) he estado tejiendo un diccionario sobre los micromundos del sur austral.
Un diccionario propio e íntimo,
cuando las palabras faltan o peor,
sobran.
Camino por los territorios de mi cuerpo.
Observo por fuera el paisaje que me habita por dentro. Vago consecuentemente , anhelando la ubicuidad, habito simultáneamente el paisaje, el cuerpo, la casa,
transformando lugares en hogares.
Mi errar empieza una y otra vez, no termina nunca. El errar cíclico, repetitivo, siempre igual, siempre distinto, inmanente.
Y así empieza la búsqueda, mi búsqueda de lo constantemente fugaz, mi hábito.
El hábito del camino siempre abierto hacia posibilidades infinitas, indefinidas.
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Ioana Radu es habitante de la Región de Aysén, Chile, nacida y criada en Rumania. Es antropóloga sociocultural con raíces en sociología y psicología, ha recorrido el mundo trabajando con una variedad de comunidades en contextos de vulnerabilidad y asilamiento cultural y social. Posee una práctica artística introspectiva, adentrándose en el diálogo, la investigación y el registro del permanecer comunitario, mientras busca su propia pertenencia. Su trayectoria como fotógrafa se ha desarrollado constantemente, formulando un lenguaje que conecta su pasión por la antropología, los idiomas y el arte; además de posicionarse de manera crítica ante su rol de observadora y narradora de mundos y submundos.