Por Francisca Valdebenito

A partir de la obra de Mary Shelley Frankenstein o el moderno Prometeo, se acuñará el concepto de identidad con el objetivo de responder a la siguiente pregunta: ¿Cómo influye el reconocimiento de otro en la percepción que se tiene de sí mismo? ¿Es la apariencia un factor determinante en la identidad? ¿Cuál es el rol que cumple la belleza? Frente a tales interrogantes, se realizará un análisis a la figura del monstruo en la obra, en cuanto a sus deseos de ser reconocido como individuo y el cuestionamiento por los cánones de belleza establecidos. Para esto, será necesario utilizar las premisas de Anna Hardisson en La criatura de Frankenstein y la lucha por el reconocimiento, como también lo propuesto por Enrique Ramalle Gómara en Frankenstein, un espejo de la identidad humana

Como introducción, Víctor Frankenstein era un joven brillante y curioso, quien a sus diecisiete años de edad comenzó su formación en la Universidad de Ingolstadt. En dicho viaje, no sólo es dotado de grandes conocimientos sobre filosofía natural y la química por medio de investigaciones, sino que también es privado de su tierra natal, siendo invadido por la soledad. Debido esto, Víctor siente la necesidad de crear un ser humano, con el fin de poner a en práctica lo aprendido y también se podría pensar como un deseo deliberado de encontrar un compañero. Frente a esto, el monstruo aparece como una alegoría al ser humano, considerando el proceso que vivencia cuando abre los ojos por primera vez, siendo testigo de cómo despiertan los sentidos y cómo debe adaptarse a ellos, superando el frío, hambre y la angustia que lo envolvía producto de la soledad que experimentaba. Así mismo, comienza a independizarse de alguna manera, siendo más reflexivo, capaz de razonar por sí y tomando sus propias decisiones, lo que es propio del romanticismo en tanto se instaura la expresión del yo. 

Se evidencia que si bien Víctor planeaba crearlo con el objetivo de ser reconocido por los demás, se genera una contradicción en tanto no es bautizado con un nombre, teniendo en cuenta que el nombre permite distinguir entre un qué y un quién, entre una cosa y una persona (Ramalle 90).  Es decir, el nombre entendido desde el lenguaje permite crear una identidad en el sujeto, en la medida que puede ser diferenciado de otro. En este sentido, se podría decir que el engendro no es una criatura con identidad, siendo incluso mencionado en la literatura como Frankenstein, esto podría ser interpretado como si fuera propiedad de Frankenstein, sin tener su propia identidad.  

Ahora bien ¿Qué es la identidad? “Es un proceso de construcción en la que los individuos se van definiendo a sí mismos en estrecha interacción simbólica con otras personas.” (Larraín 32) Es decir, el monstruo o engendro como llamaba Víctor, jamás fue reconocido como un ser con derecho a un nombre y un sentido en su vida, dado que fue creado y abandonado, lo que fundamenta el hecho de aunque tenía buenas intenciones al comienzo, tras ser rechazado y herido tanto por personas como por su creador, sus acciones cambian drásticamente y decide vengarse por ello. Una manera de esclarecer esto, es a partir del siguiente pasaje: “Los sentimientos de bondad y afecto que experimenté pocos minutos antes se transformaron en diabólica furia y rechinar de dientes. Torturado por el daño, juré odio y venganza eterna a toda la humanidad”. (Shelley 111) En esta cita se desprende los sentimientos de angustia y odio que sentía el monstruo respecto a lo que le sucedía, considerando que había salvado a una niña y aún así, había sido despreciado por sus acciones. 

Dado lo anterior, surge a la segunda interrogante ¿Es la apariencia un factor determinante en la identidad? Desde la perspectiva que la identidad es un elemento fundamental en la constitución del sujeto, ya que a partir de ella se puede distinguir a un individuo de otro, frente a esto, es necesario señalar la importancia del cuerpo, tanto en la concepción del cuerpo propio, como aquel elemento que le permite interactuar con otros. Siguiendo el primer punto, se puede observar en el relato del monstruo que siente un rechazo hacia su propia imagen, cuando ve su reflejo en el agua y es consciente de su apariencia (103). Según Goldenberg “El propio cuerpo puede ser una fuente de autoestima, y recordar la propia mortalidad incrementa los esfuerzos por mejorar la autoestima” (Citado en Baron 181) Es decir, se evidencia la baja autoestima presente en el personaje, ya que aunque intentaba tener esperanzas en su vida, su carencia de belleza lo obligaba a abandonar sus sueños. Además otro elemento a considerar, es el hecho de que el monstruo no tiene una voz propia, sino que habla a través del marinero que realiza el relato, situación similar que vive la autora cuando debe hablar por medio de su esposo, debido a los problemas que tenían las mujeres en su época de publicar un libro.  Según Burdiel “La acción de la novela se coloca implícitamente en los años 90 del siglo XVIII y responde directamente al problema original del hombre moderno que se enfrenta a su propia libertad y a las responsabilidades derivadas del ejercicio de la misma” (Ramalle 86).

Desde otra perspectiva, se puede entender el cuerpo en relación con los otros, lo que se conecta precisamente con lo hablado, si la apariencia es primordial a la hora de entablar una conversación, en este caso si el monstruo es temido por sus receptores, debido a los prejuicios de su apariencia, efectivamente no puede tener acceso a ellos. Una escena característica de mencionar en relación a la influencia que tiene la apariencia, es cuando el personaje se encuentra con el Señor Lacey, un hombre ciego con quien es capaz de establecer una conversación normal, siendo escuchado y reconocido por su esencia en lugar de su apariencia. Dicho recibimiento lo acongoja de tal manera que siente la necesidad de advertir en las circunstancias en las que se encuentra y cómo es juzgado por los demás: 

“Soy una criatura desamparada y sola; miro a mi alrededor y no encuentro bajo la capa del cielo amigo o pariente alguno. (…) Nunca he hecho daño a nadie, por el contrario, siempre he tratado de aportar mi ayuda. Pero un prejuicio fatal los obnubila, y en lugar de ver en mí a un amigo lleno de sensibilidad me consideran un monstruo detestable”. (104-105) 

A partir de dicha cita, se puede dar cuenta cómo es privado de vincularse con los demás por medio de la pantalla del prejuicio, lo que incluso es reflejado cuando es atacado por la familia del hombre, en respuesta a una supuesta amenaza por su parte. Esto gatilla aún más indignación en el engendro, teniendo en cuenta que por medio de esta familia había estudiado a los seres humanos, conociendo el arte de las palabras, mimetizando sus emociones con las de ellos, aprendiendo del sacrificio y anhelando ser amado de la misma manera. 

Tras esta decepción, decide ir en busca de su creador con el objetivo de dar fin a su soledad y tener una pareja, es decir una semejante que lo reconozca de tal manera que él mismo pueda aceptarse como individuo, en otras palabras “el papel de los otros como espejo necesario para captar la propia imagen, la identidad como una construcción intersubjetiva, y, en definitiva, el reconocimiento de los otros como condición del propio reconocimiento” (Hardisson 254). Lo que puede ser entendido como la creación de Eva, como una compañera para Adán, teniendo en cuenta que el monstruo se sentía identificado con los relatos de la biblia, situando a Víctor en el lugar de Dios, como el responsable de poder crear un ser en este caso artificial, desafiando las leyes de la naturaleza.  

Siguiendo los postulados anteriores, se podría comprender que el vínculo entre Víctor y el monstruo, hace una representación del lazo padre-hijo, donde el monstruo le rinde cuentas a su padre sobre el propósito de su creación, ya que no puede dar con la respuesta. Lo anterior, podría verse reflejado en la adolescencia en la medida en que el engendro se sitúa en el lugar de la confusión con respecto a su identidad y exige explicaciones de quien le ha dado vida. Como también por otro lado, Víctor ante los crímenes de su hijo, se sitúa en el lugar del padre que se culpa por los errores que ha cometido y representa una figura de poder. Desde esta lógica, se entiende por qué, al final del relato, el engendro se siente culpable por la muerte de su padre, ya que a pesar del odio que surgía entre ambos, aún en el fondo seguía sintiendo amor y respeto por el padre que le había dado la vida, permitiéndole gozar de la naturaleza y aprender de los seres humanos. 

Ahora bien ¿Qué relación hay entre la figura del padre con la identidad del hijo? Entendiendo al monstruo como creación de Víctor, se esperaría que hubiese sido su guía en su interacción con el mundo, dotándolo de grandes conocimientos durante su infancia para finalmente permitir que se independizara por sí mismo, es decir ser su intermediario entre él y su relación con los demás. No obstante, el no actuar como mediador en este proceso, dio como resultado que el hijo tuvo que valerse por sí mismo por instinto de sobrevivencia, sin comprender el motivo por el que había sido creado y sin formar un lazo con sus pares que lo ayudarían a desenvolverse. 

Por lo tanto, se podría pensar que la identidad del monstruo depende del reconocimiento de su padre que rechaza su creación, debido a que no cumple con las expectativas que tenía de él, como si el monstruo fuera parte de un proyecto fallido que niega reconocer.  Un ejemplo de esto, se puede ver en la siguiente cita “¡Odioso día en el que recibí la vida! ¡Maldito creador! ¿Por qué creaste a un monstruo tan horripilante, del cual incluso tú te apartaste asqueado?” (Shelley 102).  En este pasaje se manifiesta como el monstruo cuestiona el propósito de su vida, ya que si bien fue dotado de buenas acciones y sentimientos, no tiene un lugar en el mundo siendo marginado por su horripilante apariencia. Dicho rechazo, se podría asemejar a como la sociedad discrimina a las personas por su apariencia, sin conocerlas en verdad. Es decir, “Para justificar su abandono y su irresponsabilidad Frankenstein sataniza a la criatura a quien condena como malvada de antemano sin conocerla tal como ocurre.  (Hardinsson 255)  Dado que si bien el monstruo proyecta el odio que siente por su creador en William, Víctor lo acusa previamente sin comprender por todo lo que ha pasado.

Ahora bien, regresando a una de las premisas principales ¿Qué rol cumple la belleza? Si se profundiza sobre ello, la belleza es un elemento fundamental en la relación con un otro, ya que dependiendo de la apariencia que alguien posea, va a generar una respuesta favorable o desfavorable contra él. Por ello, luego de verse privado de tener una compañera que no lo discriminara por cómo era, se comprende el motivo por el cual desea atentar contra la felicidad de su creador, comenzando con el asesinato de Henry Clerval, el gran amigo de Víctor, ocasionando no sólo que se pusiera en su lugar de víctima, sino también podría asociarse con el duelo que tiene el monstruo ante la destrucción de su nueva compañera. Así mismo, el homicidio de Elizabeth, como una manera de acabar con el motivo de sus alegrías y la persona que amaba, precisamente aquello que él no tenía. 

En síntesis, se puede dar cuenta cómo Víctor en su deseo narcisista de sobrepasar las leyes de la naturaleza e igualar la fuerza de Dios, crea a un ser artificial con el fin de satisfacerse a sí mismo tanto como aquel hijo capaz de acabar con su soledad, como el engendro que superaría a cualquier otra persona. A partir de esto, nace el monstruo como una representación del ser humano, quien en lugar de cumplir con las expectativas de su creador, genera rechazo en los demás producto de su apariencia. De esta manera, se puede apreciar que la obra de Mary Shelley viene a dar cuenta de cómo la sociedad puede marginar a las personas diferentes, haciendo caso omiso a los sentimientos que hay tras ellos, emitiendo discursos estigmatizados por la apariencia que poseen. En este caso, el monstruo no sólo representa al ser humano en la temática, sino que también es una alegoría de las mujeres que no podían ser escuchadas en la época. 

Retomando la tesis principal, en relación a ¿Cómo influye el reconocimiento de otro en la percepción que se tiene de sí mismo? Se ha podido evidenciar en los párrafos citados acerca de que es fundamental el reconocimiento del medio en la percepción que el monstruo tenía de sí mismo, considerando el sentimiento que predominaba en él de soledad y angustia ante la imposibilidad de relacionarse con otro individuo y ser aceptado tal cual era. Lo que se puede destacar en la demanda que le hace a su creador, con respecto a cómo le afecta las creencias que tienen los otros de sí y como anhela tener una compañera que le permita suscitar por medio de ella, la aceptación propia. 

 

 

Referencias 

Baron, A. Psicología social. Madrid: Pearson Educación, 2005. 

Hardisson, Ana. "La criatura de Frankenstein y la lucha por el reconocimiento". Isegoria (2002): 251-265.  

Larraín, J. "El concepto de identidad". Revista Famecos Nº 21 (2003): 30-42. 

Ramalle, Enrique. "Frankenstein, un espejo de la identidad humana". Berceo Nº 153 (2007): 81-96. Dialnet. 

Shelley, Mary. Frankenstein o el moderno Prometeo. Madrid: Cátedra, 2007.

 

Imágenes de Caviar: Frankenstein. Vik Muniz (2004)

 

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Francisca Valdebenito, Chile. Escritora, Licenciada en Psicología clínica y con estudios en Licenciatura en Letras.